A lo largo de la última década, los datos han pasado de ser un mero sinónimo de información a convertirse en algo más. Igual que las fiebres del oro y el petróleo en el siglo XIX, los datos se han convertido en un mercancía de muchísimo valor que ha penetrado en el imaginario popular. Todos los sectores de la economía están desarrollando herramientas para sacar partido a los datos. Cientos de grandes corporaciones han contratado equipos enteros dedicados exclusivamente a desarrollar e instaurar políticas de datos que mejoren su rendimiento y gobiernos e instituciones públicas trabajan en su transformación digital con el objetivo de estar más orientadas al dato.
A medida que los datos se han vuelto más importantes en los negocios, la administración y en la vida en general, los gobiernos han tomado pasos para proteger a los dueños de la información con legislaciones históricas como la Regla General de Protección de Datos de la UE.
Prácticamente todo lo que hacemos en nuestras vidas personales genera datos de algún tipo, ya sea usar el transporte público, navegar por internet, o ir de compras. Y dado que gran parte de estas actividades implican el uso del dinero, gran parte de los datos que generamos pueden clasificarse como datos financieros personales.
La corriente que está intentado sacar partido a estos datos se conoce como Open Banking, y con el soporte regulatorio de la nueva directiva de servicios de pago de la Unión Europea (PSD2), su objetivo es convertir esos datos en el combustible que potencie la siguiente generación de innovaciones tecnológicas en la banca de consumo y los servicios financieros.
El poder bruto de la información financiera de los usuarios y el movimiento que la está desbloqueando
Cada vez que una persona compra algo en línea, va al supermercado, paga una factura o recibe su salario, genera puntos de datos financieros. La información resultante cuenta una historia (muy íntima) sobre cada usuario. Y estas historias tienen valor de negocio porque involucran uno de los aspectos más importantes de la vida: el dinero.
Sin embargo, a diferencia de otros sectores en los que no hay un consenso claro sobre cómo aprovechar, gestionar y distribuir esta información, en el sector financiero tanto los reguladores como las empresas han acogido el concepto del Open Banking.
La propuesta del Open Banking es sencilla: con el consentimiento previo de los usuarios, los bancos y otras instituciones financieras deben compartir los datos financieros del usuario con proveedores terceros autorizados. A cambio, las empresas pueden utilizar esta información para mejorar los servicios financieros en su conjunto, ya sea a través de la innovación, la optimización de los procedimientos o el aumento de la competencia.
Empoderar a los consumidores para entender sus finanzas mejor
Una app de Gestión Financiera Personal (PFM) ayuda a los usuarios a entender y gestionar mejor su dinero. Pero en lugar de pedir al usuario que introduzca sus gastos manualmente, la empresa se aprovecha del Open Banking para conectar directamente con la cuenta bancaria del usuario, reduciendo las fricciones de manera notable para este.
Partiendo desde esa base, la app contribuirá a que los clientes tengan una visión general clara de sus hábitos de gasto, empoderándolos para que tomen mejores decisiones con su dinero. Más interesante, la app puede utilizar algoritmos para recomendar productos financieros que encajen con los hábitos del usuario.
Otras herramientas liberan a los clientes bancarios de las anticuadas interfaces de usuario privadas, permitiendo que se conecten a interfaces de usuario modernas. El cliente bancario puede interactuar con sus cuentas a través de la interfaz de un tercero que sea más fácil de utilizar, quizás observando productos ofrecidos por su banco que, de otro modo, no hubieran encontrado. Al mismo tiempo, el depósito del cliente permanece seguro en la institución financiera, aportando tranquilidad al usuario final.
Reinventar la banca con el apoyo de la infraestructura existente
Algunos de los recién llegados al sector van un paso más allá y se atreven a reinventar la banca desde cero. Utilizando datos financieros personales procedentes de diversas fuentes, estas empresas crean el denominado «banking as a service», con la ayuda de diferentes tecnologías plug-and-play. Estas empresas renuncian a la carga de crear una infraestructura bancaria interna. En su lugar, emplean una colección de diferentes proveedores terceros para construir una alternativa viable a la de las instituciones financieras tradicionales.
Democratizar los pagos
La información financiera personal también está provocando cambios importantes en el sector de los pagos. Como McKinsey indicó, el Open Banking facilitará la creación de un sistema de pago más rápido y más competencia. Estas tendencias generan una presión a la baja en los precios, lo que supone una amenaza para los adquirientes y las empresas emisoras de tarjeta tradicionales. Los proveedores de servicio de pago más inteligentes también podrían desarrollar formas interactivas de realizar pagos para los consumidores, lo que permitiría que la empresa utilizara los datos generados por la transacción para vender incluso más productos. Tanto los consumidores como los comercios se beneficiarán de la existencia de más opciones y unos costes generales de las transacciones más bajos.
Romper los monopolios y fomentar la innovación
El Open Banking y la información que genera no solo beneficiarán a los startups. Las empresas establecidas, a pesar de tener que reaccionar ante las alteraciones del mercado, también puede aprovecharse de la información financiera personal para reforzar sus proposiciones de valor. Si emplean herramientas para analizar la información de sus usuarios, pueden mejorar sus ofertas internas notablemente.
Gracias a comprobaciones Know Your Customer optimizadas, los bancos y otros prestamistas puede realizar evaluaciones de riesgo más personalizadas. Con esta información, pueden crear préstamos adaptados a las necesidades del cliente. Puesto que conocen mejor los posibles riesgos antes de prestar el capital, existen menos posibilidades de incumplimiento de pago. El balance de los prestamistas es más sano y los consumidores tienen acceso a productos de crédito mejores.
Y este mismo conocimiento detallado acerca de cada cliente permitirá que el departamento de marketing de un banco se dirija a sus clientes con productos específicos de forma más precisa. Por ejemplo, un banco podría observar que un cliente ha comenzado a realizar compras en establecimientos de artículos para bebé. Utilizando esta información, el departamento de marketing podría deducir que el cliente va a tener un bebé. Entonces el banco puede proponer un seguro de vida personalizado para los futuros padres, para proteger a todos los miembros de la familia.
No cabe duda de que, con los startups en sus talones, las empresas establecidas desean mantener su cuota de mercado. Según KPMG, los bancos en la UE son particularmente susceptibles a las alteraciones causadas por las Fintechs. Los reguladores del bloque no dejaron lugar a dudas: el statu quo de los bancos que monopolizan la información financiera de los consumidores pertenece al pasado.
Además, a medida que los tipos de interés continúan cayendo, los bancos tendrán que buscar nuevas fuentes de ingresos, necesarias para su supervivencia. En un artículo para Quartz, John Detrixhe explicó cómo los menores beneficios constantes del sector bancario están forzando a que los bancos busquen nuevas líneas de negocio, distintas a las tradicionales.
En el mundo del Open Banking, si los bancos desean garantizar su supervivencia, es necesario que acojan la información del usuario con el mismo espíritu que las nuevas empresas tecnológicas. En este sentido, los bancos tienen una clara ventaja, ya que la mayoría de la información del usuario proviene de ellos. Aprovechando esta información internamente, el banco podrá generar ingresos de maneras innovadoras, protegiéndose de la bajada de los tipos de interés y manteniendo a los consumidores en su ecosistema.
Estándares comunes y la ‘red de distribución’ de datos
A pesar de su inmenso potencial, la electricidad no va desde el productor hasta el usuario de manera natural (al menos no sin unas consecuencias seriamente peligrosas). Antes de que pudiéramos usar la electricidad para impulsar la transformación de nuestra sociedad, fue necesario crear unos estándares que regularan una distribución y un uso seguros.
Estas directrices crearon una especie de ‘sandbox’ para científicos, inventores e ingenieros, ayudando a crear el mundo tal y como lo conocemos. Sin estas normas, no habría existido una red eléctrica global y el desarrollo humano se habría visto ralentizado de forma considerable.
De hecho, de un modo similar a la importancia que los estándares de la corriente, el voltaje y el suministro tuvo en la distribución y el uso de la electricidad de manera uniforme, las normativas como la PSD2 de la Unión Europea fomentan la innovación dentro de un marco establecido. Sin estas directivas, los mecanismos para transferir y utilizar la información financiera personal serían ambiguos. Con la ambigüedad, es probable que los innovadores no dieran el primer paso, porque sin importar la magnitud de los beneficios que pudieran lograr, las conjeturas regulatorias serían tantas que no merecería la pena.
En este sentido, podemos observar que la PSD2 y el Open Banking se complementan, a pesar de diferir ligeramente. El Open Banking es el espíritu innovador que concibe la manera en que la información financiera puede cambiar el mundo. La PSD2 y otros marcos regulatorios buscan habilitar el movimiento del Open Banking mediante la estandarización del flujo y el uso de esta información. De hecho, sin las medidas regulatorias de la PSD2, el Open Banking podría acabar siendo tan solo otra palabra técnica de moda, sin producir cambios reales en el mundo.
Al igual que con la electricidad, es necesario que haya un intermediario que conecte a los generadores con los innovadores. Este rol clave implicará traducir diferentes formatos propios, y luego enviarlos más adelante, según la demanda, a través de medios estandarizados como las APIs RESTful. No cabe duda de que estas empresas serán un subproducto de la liberación de la información financiera personal a través del Open Banking.
El Open Banking promete traer grandes cambios sobre el enfoque actual que tenemos de las finanzas. Ray Daly de Accenture afirmó que la apertura de la información a través del Open Banking daría vida a ecosistemas totalmente nuevos. Y solo podemos expresar nuestro acuerdo.
Por último, los consumidores son los grandes beneficiarios de este movimiento. En lugar de estar atados a un banco, tendremos un abanico de posibilidades, que ofrecerá diversas opciones según nuestras necesidades financieras y preferencias. Más allá de una mejor experiencia de usuario, los consumidores se beneficiarán a nivel económico. La sociedad del Open Banking del Reino Unido declaró en junio de 2019 que el público británico podría ganar hasta £ 12.000 millones cada año compartiendo su información financiera con los innovadores.
A diferencia de los aventureros que participaron en la fiebre del oro del siglo XIX o los inventores que primero aprovecharon la energía eléctrica, nosotros los consumidores seremos los que impulsemos esta transformación utilizando nuestros datos financieros para impulsar la próxima generación de productos y servicios financieros. A su vez, Open Banking tendrá un poderoso impacto en nuestra economía. Después de todo, los datos son la moneda del futuro.