¿Has recibido alguna vez un mensaje de tu entidad financiera diciéndote que tienes un préstamo preconcedido (ya fuera para ti o para tu pyme)? ¿Te han sorprendido cuestiones como que tuvieran decidida una cantidad concreta, o la promesa de rapidez y de ahorro de trámites y papeleos? No, no es que tu banco haya dejado de preocuparse por los posibles impagos de las cuotas crediticias. Tu entidad financiera “sabe” que puedes devolver esa suma de dinero en el plazo y las condiciones que proponen. ¿Dónde está el truco? Bienvenido a la era del scoring automatizado para la concesión de préstamos.
Por el principio: ¿qué es el scoring?
El término inglés “scoring” significa puntuación. Y eso es lo que hace un sistema de scoring: “puntuar” las posibilidades que tiene un solicitante de crédito de devolver una determinada cantidad en un plazo determinado. Eso es lo que llamamos scoring reactivo, cuando es el cliente el que acude al banco. El del ejemplo de más arriba, cuando es la entidad la que da el primer paso, sería el de tipo proactivo.
El scoring es una aplicación que utiliza las posibilidades que abren los avances tecnológicos (por ejemplo, la inteligencia artificial) para realizar un cálculo de probabilidades antes de conceder (o denegar) un préstamo. ¿Significa eso que ya no trabajan analistas de riesgos en las empresas que conceden créditos? No tiene por qué ser así.
A veces la puntuación de la aplicación es la única que se tiene en cuenta. En cambio, otras veces es solo un dato informativo que puede ayudar a encaminar la decisión final. Y, en cualquier caso, son los analistas de riesgo quienes marcan las pautas para desarrollar las aplicaciones de scoring. Es decir, el conocimiento humano sigue estando detrás de la decisión de la entidad en mayor o menor medida.
La base del scoring: información de calidad
Hasta ahora, habíamos hablado de entidades financieras tradicionales. Pero no hay que olvidar que el uso de este tipo de herramientas está creciendo gracias a la aparición de empresas que conceden préstamos online y microcréditos. Ahí es donde el scoring cobra mayor sentido.
Por supuesto, una herramienta como esta ha de estar bien diseñada. Pero para que pueda ejercer bien su función, es vital que se introduzca información de calidad (información que el algoritmo de la aplicación usará para arrojar una recomendación u otra).
En el caso de que el banco o empresa a la que se le ha pedido el crédito tuviera ya contacto con el solicitante, hablaremos de dos tipos de datos: los datos que tenga o pueda conseguir la entidad, y los que esté en condiciones de aportar el propio cliente.
Datos y banderas rojas
En el primer paquete de información que mencionábamos estarían, por ejemplo, datos de tipo personal como edad, actividad profesional, lugar de residencia, la información que se extrae de la relación anterior con el cliente (saldos, otros productos contratados, ingresos fijos, préstamos anteriores y comportamiento respecto a los mismos…), etc.
En el segundo, se le pueden solicitar al consumidor datos de tipo patrimonial, de cumplimiento de préstamos anteriores con otras entidades o empresas, documentos que demuestren la finalidad del crédito, etcétera. Toda la información que introduzcamos (en función de la programación de la aplicación, que puede cambiar entre empresas e, incluso, en la misma entidad a lo largo del tiempo) pondrán a trabajar el algoritmo de la herramienta.
Pero, ¿hay datos ‘críticos’ que puedan implicar la detención del proceso y hasta la denegación del préstamo? Sí. Una buena aplicación debe ser capaz de hacer saltar las alarmas, por ejemplo, ante una cuenta bancaria que acabe de ser abierta (sería indicio de una posible identidad falsa y, por tanto, un intento de fraude). O, otro ejemplo, la aparición del cliente en una lista SDN (las que refieren relaciones con blanqueo de capitales o con actividades delictivas como, por ejemplo, terrorismo).
No conocemos al cliente: microcréditos y verificación de identidad
Hemos dicho que el scoring cobraba protagonismo cuando lo utilizan las firmas que gestionan y conceden préstamos a través de Internet, a menudo microcréditos. Se debe a que, a diferencia de los que ocurre con los bancos, cuando un cliente solicita un crédito a estas empresas no hay un conocimiento y una relación previas.
En estos casos, necesitamos una herramienta, complementaria al scoring, que rellene los peligrosos ‘puntos ciegos’ que tenemos cuando desconocemos el historial financiero de quien llama a nuestra puerta. En el caso de Unnax, esa herramienta es el Motor de verificación de identidad.
Lo que hace el motor es verificar, por una parte, la identidad del cliente y, por otra, los documentos que aporta. Y, por último, chequear que la persona no figure en bases de datos de blanqueo de capitales (AML), cumpliendo con los requerimientos KYC. Una verificación que no va en detrimento de la rapidez y sencillez de operaciones que son la base de una empresa de este tipo, ya que se hace de forma automatizada, online y en tiempo real.
Un scoring efectivo a través de herramientas de agregación
Lo que un buen sistema de scoring hará por tu empresa será, por una parte, homogeneizar los resultados (es decir, evitar que el sesgo humano dé dos recomendaciones distintas frente a dos peticiones de crédito similares). Por otra, permitirá que esté en cumplimiento regulatorio, aportará seguridad y evitará riesgos sin que esto vaya en detrimento de dar una respuesta ágil (en ocasiones, casi instantánea) frente a la solicitud de un cliente.
Si la base de todo el sistema es un óptimo análisis de la información de la que disponemos, resultará esencial la forma en que se nos muestren los datos. Ahí entran en juego las herramientas de agregación de cuentas. En el caso de Unnax, esa tarea la realiza, de forma automatizada, nuestro Motor de agregación de cuentas.
¿Cómo funcionan estos motores? Una vez el cliente da permiso, el motor se conecta a su banca online, lee los datos de su cuenta y los devuelve. La información se devuelve en un formato legible y accionable, generalmente código JSON o CSV, lo que permite que sea analizada manualmente o integrada en los flujos de la empresa para automatizar procesos. Por ejemplo, se podría programar la aplicación web de la empresa para recibir los datos y ejecutar determinadas acciones en función de la imagen que estos pinten sobre el peticionante del préstamo.
Una de las ventajas de este sistema es que el Motor categoriza de forma automática los datos y gastos del cliente, sirviéndotelos de un modo que te permite detectar patrones de riesgo y cubrirte las espaldas frente a posibles fraudes o moras en la devolución.
Préstamos online: un mercado en crecimiento
La revolución digital ha transformado desde la forma en que nos relacionamos, al modo en que llenamos la nevera o pasamos nuestro tiempo de ocio. Algunos sectores, como el financiero, han intentado resistirse al tsunami del cambio. Pero la resistencia está tocando a su fin. Buena parte de los consumidores actuales no quieren seguir relacionándose con las finanzas del mismo modo que lo hacían en el pasado.
Las consecuencias son variadas: han surgido una miríada de startup que, apoyándose en la tecnología, ofrecen nuevos o mejorados servicios financieros; esto ha movido a algunos bancos a ponerse las pilas en la forma de relacionarse con sus clientes; y, en el terreno que nos ocupa, numerosas empresas han decidido cambiar el esquema tradicional para el préstamo de dinero.
Microcréditos: incorporando nuevos clientes
Veamos algunos datos que sostienen la afirmación anterior. Según datos de una patronal española del sector de préstamos online, AEMIP, en 2015 el volumen de dinero prestado por sus asociados se dobló en un año, pasando de 270 a 540 millones de euros. Tomando como ejemplo europeo a España, y teniendo en cuenta que no todas las empresas forman parte de dicha patronal, podemos estar seguros de que el mercado sigue creciendo.
De hecho, el estudio de la empresa Fintonic 2017 respecto a los créditos al consumo contratados en España, hablaba de un alza del número de operaciones, y señalaba que, dentro de estas, un 0,6% ya correspondía a microcréditos. Cabe destacar, además, que el perfil de quienes optan por los microcréditos online son mayoritariamente personas jóvenes (de entre 18 y 24 años según el mismo estudio). Se trata, por tanto, de un tipo de producto financiero que seguirá subiendo en el futuro, en la medida que los nativos digitales vayan incorporándose al mercado.