Quienes conozcan este blog ya habrán leído sobre conceptos como Open Banking, PropTech, FinTech, API o digitalización. Hoy vamos a explicar qué papel está cumpliendo el Open Banking en el proceso de digitalización de actividades y empresas inmobiliarias (que cada vez se acelera más y alcanza a mayor número de compañías). Volviendo al principio, ¿cómo podemos definir el Open Banking? Es un nuevo modo de entender la oferta de servicios financieros, menos cerrado, más competitivo y apoyado en dos pilares: el uso de la tecnología y un impulso normativo (al menos, en el marco de la zona UE).
PSD2: la norma que impulsa el Open Banking
Ahora empecemos por lo segundo, la regulación legal. La normativa de la que se ha dotado la Unión Europea para impulsar el Open Banking es la PSD2, que entró en vigor en enero de 2018. El precedente a esta nueva directiva de Servicios de Pagos fue la PSD1, que creó un marco compartido para pagos y domiciliaciones bancarias, con lo que se sentaron las bases jurídicas de la conocida como área SEPA (países con iguales derechos, obligaciones y condiciones en la realización de un pago o cobro). Supuso la autorización a 2000 instituciones de servicios financieros (pagos y dinero electrónico) a operar en la UE.
Sin embargo, la revolución digital dejó corto el alcance de la PSD1 que, lógicamente, no contemplaba el enorme salto tecnológico que se produciría en unos años, abriendo nuevas posibilidades para el sector y las transacciones financieras. Por eso se ha puesto en marcha la PSD2 que, decíamos, propicia el Open Banking. ¿Por qué? Porque pone en el centro al consumidor y sus intereses (que pueda escoger proveedor de servicios financieros y disponer de sus datos bancarios, que tenga mayor oferta y de mejor calidad…), estimulando el surgimiento de nuevos proveedores de servicios, servicios de nueva creación, etc.
Es por este motivo que, desde este 2018, los bancos están obligados a permitir el acceso a los Third Party Providers (TTPs) a la información de las cuentas de sus clientes o a iniciar un pago en su nombre (siempre mediando la autorización del cliente, que es el genuino propietario de los datos que alberga su banco).
Las industrias “–tech” se abren paso en el ámbito inmobiliario
Nos referiremos ahora al segundo pilar del Open Banking: el desarrollo tecnológico. Es habitual –y esta vez no ha sido distinto –que la regulación legal llegue cuando la realidad se ha impuesto. Es decir, antes de que se aprobara la PSD2, ya había empresas que estaban apoyándose en la tecnología para añadir valor y diferenciación al muy tradicional sector de los servicios financieros. Eran las FinTech, en su mayoría startup, que utilizaban APIs de código abierto de las que muchos consumidores nos estábamos beneficiando sin ser conscientes de ello.
Si bien es cierto que las FinTech empezaron a operar sobre actividades estrictamente financieras (sobre todo pagos, aunque también créditos al consumo, por ejemplo), también lo es que han ido extendiendo su forma de trabajar a otros ámbitos. Es el caso del sector inmobiliario. Aquí el desarrollo es más reciente y ha encontrado un sector ávido de novedades y de valor añadido. Lo que conocemos como PropTech (de “propiedad” y “tecnología”) se aplica a un amplio rango de servicios y actividades, cruzando el uso de diferentes avances tecnológicos (no solo las API, también encontramos Inteligencia artificial, Internet of Things, domótica, realidad aumentada, geolocalización, Big Data…).
El PropTech, imparable y con mucho por descubrir
La actividad inmobiliaria ha sufrido el estallido de la crisis económica en muchos países, también en Europa. De ahí que existiera un caldo de cultivo adecuado para incorporar innovación y buscar añadir valor al negocio, atrayendo a los consumidores al posicionarlos en el centro. De hecho, es la misma filosofía que está detrás del Open Banking. Y es el Open Banking el que facilita nuevas prácticas en este sector, como por ejemplo el crowdfunding (o la inversión colectiva inmobiliaria) o el crowdlending (una alternativa a los préstamos hipotecarios de las entidades bancarias).
Y no solo las FinTech (y el consumidor) se benefician de este nuevo panorama: los propios agentes tradicionales del sector (grandes inmobiliarias, bancos…) confían en la tecnología para cambiar su relación con el cliente y ofrecer una cara más amable y adaptada a los nuevos tiempos (más agilidad, menos burocracia, aplicativos más amables, etc.). En Unnax hace años que ponemos nuestra capacidad de desarrollo e innovación al servicio de unos y otros, aportando nuestro grano de arena a la revolución digital. También en el sector PropTech, que sabemos que va a seguir demandando innovación y orientación al cliente en los próximos años.